El Comportamiento en Salud y la Inmunización de Rebaño, una Disyuntiva, Aproximación a un Modelo
“Nuestra cobardía y nuestra desidia tienen la culpa de que el mañana y el ayer sean iguales”. JL Borges
Que todos, o que una mayoría significativa (mayor al 70%) tengamos la protección natural (co-inmunidad) ya sea infectándonos o medio de la vacunación, para estar preparados ante los embates del COVID19; es una cadena de eslabones, que se deben gestionar para que el objetivo trazado se logre, pero hay que recordar que, desde la perspectiva de la gestión de riesgos, la fortaleza de la cadena es idéntica a su eslabón más endeble y entre éstos, aislamos el comportamiento en salud.
“Al tratar el proceso de salud en sus factores psicológicos nos referimos al estudio de la identificación, adquisición, mantenimiento y desarrollo de los comportamientos de los cuales es función la condición saludable. Lo que se plantea es que en el proceso de salud el comportamiento saludable se aprende y tiene que ejercerse y practicarse cotidianamente como un ejercicio sobre actos concretos y que tiene en contraparte con la enfermedad diferentes momentos y manifestaciones” Entonces, se puede definir el comportamiento saludable, una conducta específica y como cualquier otro comportamiento se adquiere, se aprende”,
Estamos inmerso en una situación inusual, producto de una pandemia, que nos lleva arrastrados en una segunda ola, más virulenta que la primera, el virus se ha hecho más contagioso, en cambio, la desidia (apatía), ha ido creciendo, el resultado lógico: cifras alarmantes, tanto en contagiados, como en muertos. ¿Pero, por qué apatía?
Otro factor concomitante, o es eslabón, es el gobierno, se lee, se escucha y se ve a diario en los medios de comunicación social, que los representantes del gobierno y de la sociedad civil, manifestaciones hacia la población, que cumpla al pie de la letra las recomendaciones sanitarias y sociales, para la “nueva normalidad”, que es coexistir con el virus, hasta el momento que exista una vacuna efectiva. Ese momento, aparentemente, ha llegado, pero con la agravante, virus más virulento, campea la apatía, aparece lo que llamaría el “síndrome del Cid Campeador”, en donde los grupos de edades menos vulnerables, con actitud de “invencibles”, asumiendo actitudes más propensas al riesgo. Esto ha llevado a afectar la estanqueidad de las burbujas familiares, aumentando el riesgo a los grupos más propensos, nuestros familiares; comportamiento gubernamental de sigilo ante la gestión de la cosa pública, hechos conocidos de la falta de transparencia gubernamental en todo su actuar. Ahora, llegará, lo que para muchos es la mejor a corto plazo, la vacunación, pero esta decisión, está preñada de medias verdades, sumado al desinformación interna y externa que se tiene sobre las bondades del portafolio de vacunas, el factor religioso etc. ¡Llevando a tener, la población, una duda razonable sobre vacunarse o no, por lo tanto, la inmunidad de rebaño, un dilema!
La cadena de contaminación de rebaño
El hombre de a pie, que es la inmensa mayoría de los panameños, que, se tiene que despertar en los albores del día ganándole el tiempo al período del toque queda, que se enrumba a su fuente de ingreso de horario reducido o de contrato suspendido por honorarios profesionales. Consciente de los riesgos de la situación, se pone su cubre boca y para mayor seguridad, la pantalla plástica. Su desplazamiento, lo hace con el sistema de transporte urbano, ahora gestionado por el Estado, ya sea Metro o Metrobus, dada la precariedad y la situación administrativa de éstos; lo hace apretujado en la modalidad sardina en lata al ir y al venir cajeta de fósforos y viceversa y la pregunta es ¿Cuál es la probabilidad de contaminación durante este segmento de viaje? ¿Cuántos de los fallecidos, se deben a ésta situación?, ante irónica situación, diría Mafalda: “siempre es tarde cuando la dicha es mala”.
El autor es Magister y Docente de la Universidad de Panamá