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Tablets y celulares: cuando el entretenimiento se vuelve un riesgo

Por: Irina Chan Castillo | Publicado el: 15 October 2025 Reportaje



Cada vez es más común ver a niños entre 2 y 10 años, pegados a tablets o celulares por horas, lo que muchos padres no saben es que este hábito, lejos de ser inofensivo, puede afectar seriamente el desarrollo emocional, cognitivo y social de sus hijos. Así lo explica la psicóloga, Orquídea Robles de Polo, profesora titular de la Universidad de Panamá, quien advierte sobre estos riesgos y propone estrategias para un uso más equilibrado y saludable de la tecnología en la infancia.

La especialista explica que los primeros seis años de vida son un período clave en el desarrollo del cerebro. “Cuando el niño nace, su cerebro pesa un 25% de lo que será en la adultez, a los cuatro años ya alcanza el 75%, y a los seis años prácticamente está desarrollado.  “En esta etapa, los niños necesitan contacto humano, juegos activos y experiencias reales para desarrollar lenguaje, emociones y habilidades sociales. El exceso de pantallas sustituye esa interacción y limita su aprendizaje”.

Consecuencias emocionales y cognitivas

Según la psicóloga, el impacto más fuerte está en la dificultad de los niños para adaptarse a su entorno. “Un niño que pasa más tiempo con un aparato que con personas, no aprende empatía, no entiende las reglas del juego social, ni cómo controlar sus impulsos”, asegura. Además, los juegos digitales ofrecen recompensas inmediatas que afectan la concentración en clases. “En el aula, los maestros les parecen lentos y aburridos porque no reciben estímulos tan rápidos como en el juego”, advierte. Esto puede derivar en problemas de atención, frustración y hasta adicciones.

Señales de alerta para los padres

Robles indica que los padres deben estar atentos a cambios de conducta como:

  • Problemas de atención en la escuela.
  • Frustración y enojo desmedidos.
  • Dificultad para controlar impulsos.
  • Poco interés en juegos o actividades con otros niños.

Un detalle importante que señala la psicóloga es que muchos padres no detectan estas señales, porque ellos mismos modelan un uso excesivo de dispositivos frente a sus hijos.

El papel de los padres

“La tableta no puede ser la nana de los niños”, subraya la psicóloga, es por ello que recomienda que los padres:

  • Sean un ejemplo en el uso equilibrado de pantallas.
  • Promuevan juegos tradicionales y actividades físicas hasta los seis años.
  • Establezcan límites claros en horarios y contenidos.
  • Eviten el uso de dispositivos en la noche, ya que la luz azul altera el sueño y el rendimiento escolar.

Si no hay control, los niños pueden crecer con dificultades para socializar, desarrollar empatía o integrarse en grupos. Algunos solo mantienen “amistades virtuales” y son más vulnerables al bullying digital.

¿Qué hacer si ya se perdió el control?

Para los padres que sienten que el problema ya está avanzado, la psicóloga Robles es clara: “Nunca es tarde. El primer paso es reconocer el error frente al hijo y explicar por qué hay que hacer cambios. Eso da ejemplo y abre la puerta a buscar ayuda profesional si es necesario”.

La psicóloga recuerda que los niños de hoy son nativos digitales, pero necesitan primero bases sólidas de convivencia real. “La capacidad de convivir con personas de carne y hueso, de empatizar y de sintonizarse con los demás, es lo que permitirá que usen la tecnología de forma sana y en el momento adecuado”.

Padres viviendo con niños adictos a celulares

Taira Duff Rivera es madre de dos niños, de nueve y diez años, y asegura que el más pequeño ha desarrollado una fuerte dependencia al celular y la tableta. “Mi hijo de nueve años es el más adicto al celular”.

Aunque la familia procura establecer horarios y límites, no siempre resulta sencillo. “Le permitimos usarlo unas horas, pero cuando se lo quitamos se pone bravo, llora y hace berrinches. Los niños de hoy están muy adictos y, como padres responsables, tenemos que ponerles límites”, señala.

La psicóloga, Orquídea Robles de Polo (izq.), el coach de debates, Abdiel Escala (medio), y la madre
de los niños que usan tablets y celulares excesivamente, Taira Duff Rivera (der).

El uso diario, según explica, se extiende por unas dos o tres horas en la tarde, aunque reconoce que cuando el tiempo frente a la pantalla aumenta, también cambia el comportamiento del niño. “Si vemos que se pasa del tiempo, se pone rebelde, no hace caso y cuesta que atienda a lo que uno le dice.”

En cuanto al contenido que consumen, Taira destaca que procura que sus hijos usen aplicaciones educativas. “Les gusta mucho Duolingo, para practicar inglés, y algunos juegos científicos o de aprendizaje. No les permitimos descargar Roblox ni otros juegos muy extremos”, aclara.

Para controlar el tiempo de uso, utilizan la aplicación Family Link, que bloquea el dispositivo a cierta hora. “El celular se bloquea a las cinco de la tarde, pero a veces buscan la forma de desbloquearlo. Cuando no pueden, se ponen rebeldes o lloran”.

Aun así, reconoce que la tecnología tiene un lado positivo. “Cuando tienen que hacer tareas o buscar información para la escuela, sí les ayuda mucho. En ese sentido, es algo productivo”, afirma.  Sin embargo, establecer reglas firmes sigue siendo un reto. “Cuando uno les dice que solo pueden usarlo dos horas, quieren usarlo más. No quieren obedecer el límite”, confiesa.

Para contrarrestar esta dependencia, Taira procura ofrecerles alternativas fuera de las pantallas. “Hay que interactuar más con ellos, jugar juegos de mesa, salir, montar bicicleta, practicar deportes. Antes los niños jugaban más afuera, y eso es lo que tenemos que volver a hacer”, concluye.

Cabe destacar que la aplicación Family Link, desarrollada por Google, es una herramienta gratuita diseñada para que los padres y madres puedan supervisar, guiar y limitar el uso de dispositivos móviles de sus hijos. Su principal objetivo es fomentar un uso seguro, equilibrado y educativo de la tecnología en niños y adolescentes.

Algunos beneficios de la aplicación son: control del tiempo de uso, supervisión del contenido, filtros de navegación y seguridad, ubicación en tiempo real, promoción del uso educativo, entre otros.  En resumen, Family Link no solo es una herramienta de control, sino de acompañamiento digital. Ayuda a los padres a estar presentes en la vida en línea de sus hijos, enseñándoles hábitos saludables frente a la tecnología, algo esencial en una era donde las pantallas son parte cotidiana de la infancia.

Gratificación inmediata que atrapa a los adolescentes

Abdiel Escala, estudiante de cuarto año de Psicología en la Universidad de Panamá y subsecretario académico de la Asociación de Estudiantes de Psicología, considera que el uso excesivo de dispositivos digitales entre los adolescentes no ocurre por casualidad. Con su experiencia de tres años como profesor de debate en colegios públicos y privados, ha notado que muchos jóvenes desarrollan una dependencia casi automática hacia las pantallas, que poco a poco influye en su comportamiento y forma de relacionarse.

“Las aplicaciones están diseñadas para generar una gratificación inmediata”, explica. “Cada vez que entramos a una aplicación aceptamos políticas que casi nadie lee. Todo se registra, se guarda, y ahora con la inteligencia artificial es peor, porque las plataformas quieren retenernos, vendernos algo o mantenernos pendientes”.

Escala señala que, a diferencia de los adultos, los adolescentes todavía no tienen la madurez emocional ni el control suficiente para manejar esa exposición constante. “En la adolescencia el cerebro cambia químicamente cada seis u ocho meses. Los gustos, las emociones y las formas de ver el mundo son cambiantes, y eso los vuelve más vulnerables ante el contenido digital y las presiones sociales que se generan en las redes”.

El joven psicólogo enfatiza que permitir a niños y adolescentes un acceso sin control a plataformas como TikTok o Instagram puede exponerlos a contenidos inapropiados o difíciles de procesar. “A veces, por falta de tiempo, los adultos les dan el celular o las tablets para entretenerse, sin imaginar que un simple toque puede llevarlos a ver cosas que no deberían”, advierte.

Durante sus años como docente de debate, Escala ha visto cómo la ansiedad y el estrés aumentan entre los jóvenes por la necesidad de proyectar una imagen ideal en redes sociales. “Muchos sienten la presión de verse perfectos, de que los demás los admiren o los sigan. Esa búsqueda constante de validación termina afectando su autoestima y su bienestar emocional”.

Como reflexión final, Escala hace un llamado a los padres, docentes y familiares a estar más atentos al uso de la tecnología en los menores. “Es importante saber qué están viendo, cuánto tiempo pasan conectados y hasta qué hora usan el celular. Debemos acompañarlos y educarlos para que aprendan a disfrutar la tecnología sin depender de ella.

 


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